Los propósitos de Año Nuevo son esas bonitas promesas que nunca cumplimos, pues cuando vamos ya por Septiembre pensamos, "ya pa'qué, ora sí para el año que viene lo hago", y por una cosa u otra no se puede o "ay qué huevita". El incumplimiento de los propósitos genera una pérdida aproximada de Chorromil Chorrocientos millones de pesos al año, lo que merma la calidad de vida de todos los habitantes del país.
Es por eso que las autoridades autoritarias han decidido implementar un plan infalible para que esta vez sí se cumplan los propósitos de la mayoría de los habitantes, y que la economía mexicana repunte, y tal plan consiste en que en todas las celebraciones de Año Nuevo estarán presentes notarios públicos que, en un acta, asentarán todos los propósitos de cada persona presente, y dicha persona deberá comprometerse a cumplirlos.
Las sanciones por no cumplirlos se contabilizarán en multas de salarios mínimos, cárcel, kilos de más, empleos sin futuro y dudas existenciales que no se podrán resolver jamás de los jamases, nunca de los nuncas.
Tras esta noticia, millones de mexicanos han decidido cambiarse de calendario a otro que no tengan qué hacer propósitos, tales como el Chino, el Judío o algún otro de esos calendarios raros.
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