domingo, 5 de noviembre de 2017

Denisse Maerker, Aristegui, Adriana Pérez Cañedo y Lolita Ayala pierden la memoria en accidente; ya no saben quién es quién.

La noche de hoy cuatro de las más famosas conductoras de noticias viajaban en una camioneta tipo URVAN para la convención anual de señoras de pelo corto, cuando fueron embestidas por un vochito amarillo, lo cual como se sabe siempre desencadena un golpe.



Afortunadamente, las conductoras, a saber, Carmen Aristegui, Denisse Maerker, Adriana Pérez Cañedo y Lolita Ayala salieron ilesas, aunque por el choque y la impresión quedaron inconscientes.

Al llevarlas al hospital más cercano, por protocolo del nosocomio, se les tuvo qué desvestir, bañar y desmaquillar completamente, y el practicante que realizó dicha tarea olvidó ponerles el brazalete con nombre hasta que fue demasiado tarde. Cuando llegó el internista de guardia, preguntó al aspirante a médico que quién era quién, ya que sin el maquillaje lucen exactamente iguales. Como el asistente no pudo contestar, decidieron esperar a que recobraran la conciencia, sin embargo, les aguardaba una desagradable sorpresa.

Cuando las conductoras despertaron, no podían recordar ni sus nombres, un caso grave de amnesia que quién sabe si se cure, y lo peor, tampoco recordaban sus ideologías ni afiliaciones: una de ellas decía que sentía cierta atracción hacia AMLO pero que al mismo tiempo le gustaba hablar sobre hemorroides durante la comida; otra dijo que le gustaría sostener una rosa roja entre sus dedos, pero que también querría pararse los pelos con gel y sustituir a López Dóriga; la otra dijo que sentía pertenecer a un canal de televisión cultural pero al mismo tiempo sentía una compulsión por compartir toda clase de contenido conspiranóico antes de que el gobierno lo borrara; y así las cosas, daban pistas de ser una pero también de ser otra y, como dijo el médico encargado, "así no se pinches puede". 

El colmo fue cuando las cuatro parecieron ser Tía Rosa, pues declararon que tenían unas ganas locas de hacer pan "con rico sabor de casa o algo así".

La decisión final fue escribir nombres en papelitos, meterlos en una bolsa y dejar que cada quien sacara uno, pedirles un Uber a cada quien para las diferentes televisoras (pues se supone que ahí viven) y que sea lo que Dios quiera.

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