Tras el triunfo de la selección mexicana contra los EUA, Donald Trump decidió renunciar, pues, según él, "eso basta para demostrar que México es un país superior en todos los aspectos; el fútbol lo es todo, y el marcador ha hablado; yo me voy de aquí", dijo, con lágrimas en los ojos.
Ante lo inesperado de la situación, también los adeptos de Trump cesaron sus ataques racistas y su actitud retrógrada, y decidieron hacer reverencias de respeto, cual japoneses, ante los mexicanos y latinos en general.
Esto ha hecho trizas a aquellos amargados que dicen "cuando la selección mexicana gana, no gana México, ganan los jugadores; México sigue igual de jodido". Dichos amargados se han puesto a llorar y a pedir perdón a los hinchas del fútbol nacional y a prometer que desde ahora en adelante, serán fans de la selección, porque cuando ellos juegan, "todo México juega".
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