Tras la victoria de Donald Trump para la presidencia de los EUA, millones de estadounidenses blancos se han arremolinado afuera de las plantaciones y de las construcciones, esperando su turno para entrar a trabajar.
Están confiados en que Trump cumplirá su promesa de mano dura contra la inmigración ilegal que será "América para los americanos (blancos)", y todos los trabajos serán para ellos, incluso aquellos en los que las condiciones imperantes son inhumanas.
"Estoy emocionadou de que por fin podré pizcar tomate", dijo William Smith, norteamericano de 1.80, blanco, de cabello rubio, ojos azules y pecas en la cara; "ser jornalerou fue el sueñou de touda mi vida y ahoura podré hacerlou, y dejar de trabajar en Wal-Mart", dijo, con lágrimas en los ojos, al ver la plantación en toda su extensión.
En algunas construcciones se podían ver hombres blancos con cuchara en mano, y su casco y chaleco puestos, esperando con ansia que el capataz corriera a todos los inmigrantes ilegales de origen latino y les dijera a los anglosajones que ya podrán trabajar a decenas de metros de altura sin protección alguna.
Carol Danvers, una norteamericana blanca entrevistada, dijo que su sueño de toda la vida fue ser empleada doméstica; "Veía con envidia a esas mecsicanas que ocupaban esos puestous de ensueñou limpiandou casas y sacandou a pasiar al perrou del patrón, perou ahoura podré serr lo que desde niña había queridou ser: empleada douméstica".
Se espera que también pronto se abran maquilas de empresas como Apple y otras empresas de electrónicos en Estados Unidos, para que todos esos hombres blancos puedan cumplir su sueño de trabajar doce horas o más diarias, sin hora de comida y en condiciones infrahumanas.
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