Hace poco, la noticia de que la verdadera "Anabelle" había desaparecido del lugar donde la tenían, causó revuelo, sobre todo en los mexicanos, que le tienen más miedo a "los espantos" que a un virus cuya existencia está mil por ciento comprobada.
Pues bien, la mona esta se escapó porque pensó que los humanos se fresearon demasiado con un encierro de algunos meses cuando ella lleva en cana décadas, dijo "ya chole" y se lanzó precisamente a México para sembrar su reino de terror entre los paisanos.
Después de aterrorizar el norte haciendo ruidos y escondiendo calcetines, se lanzó a la alcaldía Xochimilco, pues se enteró de que ahí había una isla donde tenían muñecas terroríficas como ella. Esperanzada en reclutar un ejército de monas chupasangre, se apersonó en dicho islote de los canales de Xochimilco, en donde esperó imponer su personalidad y poner a las muñecas del lugar bajo sus órdenes. Sin embargo, le salió el tiro por la culata.
La mona de trapo (que por cierto, ni miedo da) fue recibida por muñecas de plástico tuertas o sin ojos, sin extremidades, o cabezas pelonas que sí dan miedo, quienes le propinaron una singular "madriza" y la amarraron a la ofrenda de los turistas para ponerla a "talonear". Recordemos que en dicha ofrenda, los turistas ponen monedas o dulces para "apaciguar" a las muñecas que, durante décadas, el dueño original del islote coleccionó.
Anabelle ahora clama justicia, pues dice que está secuestrada y que Amnistía Internacional le haga el paro, pues ella sólo quería sembrar el terror, pero no contaba con "wey, es México". Se espera que pronto las demás muñecas se pronuncien en cuanto a la cantidad del rescate, ya sea en monedas de cinco pesos o dulces.
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